
La Unión de Asociaciones Familiares (UNAF) denuncia la situación de vulnerabilidad de la población migrante en la crisis social provocada por la pandemia y reclama el apoyo de la mediación intercultural como figura clave para garantizar que las familias migrantes no se queden atrás en el acceso a recursos y servicios.
La paralización de numerosos programas sociales ha dejado sin cobertura a buena parte de la población migrante, que está encontrando serias dificultades para acceder a la atención sanitaria, a ayudas sociales para la cobertura de necesidades básicas, como alimentación o vivienda, así como a información sobre cómo prevenir el contagio o las diferentes medidas puestas en marcha por el Gobierno en materia de empleo y derechos sociales, aumentando aún más su vulnerabilidad.
Una de las principales dificultades está siendo la barrera idiomática, lo que supone desinformación y desconocimiento, en un momento crítico donde el acceso a los servicios sociales, sanitarios y de apoyo institucional son fundamentales para que las familias puedan salir adelante, cuidar su salud e incluso salvar sus vidas.
Ante esta situación, las mediadoras y mediadores interculturales se convierten en figuras imprescindibles, no solo como traductoras e intérpretes, sino como agentes sociales capaces de detectar necesidades y contribuir a solucionar problemáticas al estar en contacto directo con sus comunidades de origen. “Por ello, reclamamos la incorporación de la mediación intercultural como ‘un servicio de primera necesidad’ y solicitamos que las mediadoras y mediadores entren a formar parte de los equipos sanitarios y de los servicios sociales”, señala Ascensión Iglesias, presidenta de UNAF.
Actualmente esta necesidad, que puede llegar a suponer la mediación de más de 50 casos a la semana para algunas mediadoras y mediadores en Madrid, se está cubriendo de manera voluntaria, con los propios recursos, sin reconocimiento profesional y sin cobertura de seguridad alguna.
La necesidad de apoyo es urgente ya que algunas mediadoras describen situaciones complejas y estresantes en las consultas médicas por la dificultad de comunicación así como falta de alimentos, ya que muchas familias se están quedando sin recursos y tienen dificultades para desplazarse hacia los lugares donde se estos se reparten. A ello se suman dificultades en la solicitud de ayudas sociales, ya que en muchas ocasiones se requiere una documentación con la que muchas familias no cuentan o no se puede conseguir en este momento porque las oficinas están cerradas.
Además, muchas familias migrantes se enfrentan a la dificultad de asegurar que sus hijas e hijos puedan seguir las tareas y el curso escolar durante la suspensión de las clases presenciales, debido a sus mayores dificultades de comunicación por la barrera idiomática y a la brecha digital, que les afecta en mayor medida por situaciones socioeconómicas más desfavorables. Todo ello se traduce en una falta de igualdad de oportunidades en la educación, a la que la mediación intercultural podría dar respuesta mejorando la comunicación con los centros escolares y ofreciendo información a las familias sobre recursos de apoyo escolar.
Otras mediadoras denuncian la situación de mujeres migrantes que están sufriendo violencia de género y sus dificultades para pedir ayuda debidoal desconocimiento del idioma, al aislamiento y al desconocimiento de sus derechos. También alertandel racismo creciente en este contexto de miedo e inseguridad, especialmente acentuado en el caso de la comunidad china, que se ha manifestado desde el principio de la pandemia a través de insultos e incluso agresiones.