PROGRAMA “SOMOS DIVERSAS, SOMOS FAMILIA”
Acerca de las clases

PARENTALIDAD POSITIVA Y LA DIVERSIDAD FAMILIAR

La parentalidad positiva son el conjunto de acciones que se ejercen por el interés superior de los hijos e hijas o menores de edad a su cargo, lo cual significa que la principal preocupación de los progenitores o cuidadores/as debe de ser el bienestar y el desarrollo saludable de los y las hijos y su educación de forma que puedan desarrollarse lo mejor posible en el hogar, en el colegio, con las amistades y en la comunidad.

Los hijos y las hijas lo hacen todo mejor cuando sus progenitores/as se muestran cariñosos/as y comprensivos/as, pasan tiempo con ellos/as, conocen su vida y comprenden su conducta, esperan que cumplan las normas, los animan a comunicarse abiertamente y reaccionan a las malas conductas aplicando medidas adecuadas y explicaciones en lugar de castigos severos.

Qué es la parentalidad Positiva.

1. PRINCIPIOS DE LA PARENTALIDAD POSITIVA:La parentalidad positiva se crea en torno a una serie de principios:

  • Cuidado, protección y vínculo afectivo.
  • Entorno seguro y estructurado que satisfaga las necesidades básicas de los niños, niñas y adolescentes.
  • Orientación educativa ya que los progenitores son el modelo a seguir de sus hijos e hijas.
  • Motivación y refuerzo positivo.
  • Reconocimiento de las experiencias y opiniones del niño/a o adolescente.

2. COMPETENCIAS PARENTALES:

Las competencias parentales son aquellas capacidades y habilidades que permiten a los padres y las madres abordar, adaptativa y cómodamente, la importante tarea de ejercer la parentalidad en función de las necesidades de los/as hijos/as, sus experiencias vitales y las oportunidades y apoyos generados por los distintos sistemas de influencia que envuelven a la familia.

Las capacidades parentales fundamentales son:

  • Capacidad de vinculación o apego.
  • Inteligencia emocional y empatía.
  • Comunicación.
  • Modelos de crianza y estilos educativos saludables.
  • Disciplina.
  • Capacidad de afrontar conflictos.
  • Capacidad de participar en redes sociales y utilizar recursos comunitarios. 

3. NECESIDADES DE LOS NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES

Los niños, niñas y adolescentes necesitan sentirse protegidos/as y tener cubiertas sus necesidades básicas de alimento, salud, cobijo etc. Necesitan, sobre todo, sentirse amados/as, reconocidos/ as, aceptados/as y crear vínculos y lazos con las personas que les cuidan. Además, necesitan estimulación y reconocimiento para explorar y experimentar en su entorno y aprender y desarrollar sus habilidades y capacidades, pero también necesitan un entorno seguro y estructurado, en el que existan unas pautas educativas y reglas de conducta que les faciliten conocer de forma clara las normas y limites que regulan las relaciones con los/as demás y aseguren una correspondencia equitativa entre el reconocimiento de sus necesidades y derechos con las necesidades y derechos de los demás, y la progresiva asunción de deberes y valores que les convierta en personas responsables capaces de tomar decisiones reflexivas y de asumir las consecuencias de las mismas.

En resumen, las necesidades básicas más importantes son:

  • FÍSICAS Y FISIOLÓGICAS: Alimento, vestido y cobijo.
  • AFECTIVAS: Vinculación (apego seguro, afectividad positiva, aceptación y reconocimiento).
  • COGNITIVAS: Estimulación, experimentación y refuerzo.
  • SOCIALES: Comunicación, contacto con personas diversas.
  • NORMATIVAS: Valores, normas y límites.

4. MODELOS DE CRIANZA

Los modelos de crianza suponen la capacidad de responder adecuadamente a las demandas de protección, cuidado y educación para los hijos o hijas.

Los padres y las madres difieren unos/as de otros/as en sus prácticas educativas, algunos estudios distinguen cuatro dimensiones básicas:

  • Estilo Autoritario: Suele estar exento de explicaciones y se valoran la obediencia como una virtud, mostrándose poco sensibles ante las necesidades y deseos de sus hijos e hijas. Busca el máximo grado de control mediante la afirmación de poder, imposiciones, amenazas o conductas coercitivas físicas, verbales o de privación. Las muestras de afecto son escasas y las comunicaciones poco asertivas. Los hijos e hijas suelen mostrarse obedientes, ordenados/as y poco agresivos/as, pero también tímidos/as, con valores poco interiorizados, poco afectuosos y con dificultad para tener iniciativa propia y buena autoestima, entre otras características.
  • Estilo Democrático: Los progenitores dirigen las conductas de sus hijos e hijas, haciendo uso del diálogo, la comprensión y el consenso, valorando y reforzando sus capacidades, orientándoles hacia nuevos objetivos y estableciendo líneas de actuación futuras. También muestran afecto positivo y estable y son sensibles a las necesidades de sus hijos e hijas, pero mantienen una cierta firmeza en el mantenimiento de las normas que son claras y adaptadas a sus capacidades. Fomentan la independencia y exigen cierta cooperación y respeto con las normas y reglas establecidas, usando siempre la reflexión y el razonamiento en el caso de que se rompan. Como forma preferente de castigo, se usa la retirada de alabanzas o de privilegios. Según los estudios, se ha determinado que este estilo parental es el más beneficioso para el desarrollo infantojuvenil, así como el más eficaz desde el punto de vista de la socialización.
  • Estilo Permisivo: Los progenitores se caracterizan por el afecto y el dejar hacer, tratando a sus hijos e hijas como iguales y con un alto grado de aceptación hacia sus actitudes. Se utiliza poco el castigo. Los hijos e hijas son alegres y vitales, con buenas relaciones interpersonales, pero suelen tener dificultades para asumir responsabilidades y pueden encontrarse con problemas de madurez al no tener muchas exigencias a las que hacer frente. Esto puede desembocar en comportamientos agresivos y de control de impulsos respecto a sus padres y madres.
  • Estilo Indiferente Negligente: Los progenitores se muestran indiferentes ante las conductas y necesidades de sus descendientes. No les cuidan ni les apoyan, orientan, limitan o supervisan. La interacción con sus hijos/as es escasa y desprovista de afecto. Además, no muestran sensibilidad hacia sus necesidades e intereses, pudiendo dar lugar a situaciones de abandono infantil. No hay control ni normas, aunque en ocasiones puede haberlos de forma excesiva, injustificada e incoherente. Los niños, niñas y adolescentes suelen tener importantes problemas de conducta, fracaso escolar, llamadas de atención, conductas de riesgo, baja autoestima, poca iniciativa y autonomía y hasta manifestaciones impulsivas y agresivas.

5. NORMAS Y LÍMITES

Frente al “dejar hacer” existe el ejercicio de la autoridad moderada que proporciona una referencia estable para los y las menores, que les ofrece seguridad, al conocer dónde están los límites y cuáles son las normas, sin caer en el autoritarismo irracional de la coerción e imposición por sistema o en el dejar hacer por norma. Mediante el ejercicio de la denominada paternidad responsable y la autoridad moderada estableceremos un puente entre la autonomía e independencia del/ de la menor y la disciplina y control razonables, sin que en ningún caso se cuestione el afecto ni la comunicación asertiva. Hay que facilitar una autonomía progresiva que se incrementará en función de la edad y de la responsabilidad que se vaya adquiriendo más que de las demandas de la persona menor.

  • LAS NORMAS son aquellas indicaciones directas y concretas que guían nuestros comportamientos para poder convivir en la tolerancia y el respeto a nuestros/as iguales.
  • LOS LÍMITES son la aclaración de hasta donde podemos llevar a cabo un comportamiento determinado, dentro de la norma.

Hay que ser consciente de que no es una tarea fácil fijar normas y límites cuando los hijos e hijas se han convertido en adolescentes, ya que se resistirán a estas normas y límites; sin embargo, las necesitan.

Según cómo los progenitores establezcan y apliquen las normas y límites, estos tendrán distintas repercusiones en los hijos e hijas. Los requisitos que deben poseer las normas son:

  • Ser realistas y adaptadas a la edad y características de cada menor.
  • Deben ser claras y concisas.
  • El niño, niña o adolescente debe conocer exactamente cuál es el comportamiento que se espera de él o ella en relación a la norma y cuáles serán las consecuencias de su incumplimiento.
  • Consistencia y permanencia, evitando la inconstancia.
  • Coherencia, con nuestro propio comportamiento y el exigirlo a otros miembros de la familia, siempre que la edad u otras circunstancias no la conviertan en inaplicable.

También hay que tener en cuenta que no todas las normas son igual de importantes. Existen algunas que en momentos puntuales pueden disponer de cierta flexibilidad, ya que no se debe dar el mismo rigor a todas las normas porque sería hacer un mal uso de ellas. Se pueden establecer tres grupos de normas:

  • Fundamentales: Responden a valores básicos. Se caracterizan por su obligatoriedad, por no ser negociables y suelen ser escasas y claras. Por ejemplo, la no aceptación de comportamientos violentos.
  • Importantes: Son las relacionadas con los hábitos y rutinas, y pautas de comportamiento. Estas normas gozan de cierta flexibilidad según la situación, pero se caracterizan por ser negociables y ser pocas y claras. Por ejemplo, durante la semana, como norma, no puede salir con amigos/as. Sin embargo, se puede ser flexible en un día puntual como puede ser el cumpleaños de su mejor amigo o amiga.
  • Accesorias: No son esenciales para la convivencia familiar y son muy numerosas. Hay mayor flexibilidad hacia su cumplimiento y son negociables. Por ejemplo, dónde dejamos los abrigos en la casa.

Finalmente, si hablamos de normas y límites, también hay que hacer referencia a los castigos. Aunque en los últimos años ha existido cierta discrepancia en torno a la eficacia del castigo, la realidad es que el castigo tiene un alto grado de eficacia; el problema reside cuando el castigo se emplea a destiempo, sin conocer si ha comprendido cuál es la conducta inapropiada o cuando los castigos son de una dureza que exceden en gran medida la magnitud del agravio.

Cada modelo familiar tiene una serie de características propias en relación a la parentalidad positiva que son elementos a tener en cuenta a la hora de ponerla en práctica.

Si quieres conocer más sobre este aspecto puedes pinchar en cada uno de los modelos para profundizar en ello.

 
 
 
 

MÁS INFO: La Guía de Parentalidad Positiva es una obra colectiva elaborada por el equipo de la Unión de Asociaciones Familiares (UNAF).