Cerca de un centenar de familias participaron en el webinar que organizó la Unión de Asociaciones Familiares (UNAF) el 23 de marzo para reflexionar sobre la incertidumbre en el actual contexto de pandemia y ofrecer algunas pautas para gestionarla, de la mano de la psicóloga Jésica Joaquín.
Desde hace un año se vienen produciendo momentos duros en el ámbito sanitario, económico y social, y sobre todo no estamos enfrentando a muchos cambios en nuestra vida de forma mucho más acelerada y continuada. “No nos ha dado tiempo de asimilarlos y eso tiene un efecto directo en nuestras emociones. La parte emocional no se trabajó y ahora están saliendo todas las secuelas de lo que vivimos”, explicó Jésica Joaquín.
No obstante, la psicóloga aclara que la incertidumbre ante el futuro siempre ha estado en nuestra vida pero ahora está mucho más presente que nunca. “Es una sensación de falta de control que se traslada en una ansiedad anticipatoria por el miedo al futuro, generando desconfianza e inseguridad. Y ahora está siendo persistente e intensa”.
Hemos sentido, y en muchos casos seguimos sintiendo, miedo, estrés, impotencia, tristeza, desesperanza, confusión, desprotección, frustración, renuncias, enfado, sensación de irrealidad. Y estos sentimientos se han traducido en trastornos del sueño, taquicardias, dolores de cabeza, conductas de riesgo, aislamiento, alteraciones en la ingesta, evitación, conflictos familiares, laborales….
Jésica Joaquín explicó cómo en estos casos el cerebro subcortical toma el control de la persona y provoca respuestas inconscientes. “La primera respuesta del cerebro era huir pero como no podíamos, lo que intentó fue luchar, es decir, cubrir todas las necesidades básicas. El problema es que ha ido pasando el tiempo y sentimos que el peligro sigue estando ahí y nuestra amígdala, que ofrece respuestas emocionales sin pensar, está constantemente activada”.
Esto impide que nuestra vida sea estable, hace que nos invadan las emociones y repercutan en nuestras conductas. Por eso, la psicóloga recomienda bajar este nivel de activación, buscar momentos de calma, situaciones que nos hagan sentir bien, que nos den seguridad para tener cierta normalidad dentro de lo que estamos viviendo.
Por otro lado, Jésica Joaquín explicó que el miedo no ayuda a encontrar soluciones ni a fortalecernos, y que debemos aprender que la seguridad no debemos buscarla solo en el exterior – que no controlamos -, sino que debe venir de dentro. Por ello, asegura que lo más saludable es vivir en el presente, centrándonos en lo que sí podemos hacer, que es sobre lo que tenemos control y capacidad de generar algún cambio.
En este sentido, recomendó buscar elementos que nos den seguridad, relativizar, tomar perspectiva y tratar de dominar tanto la parte mental – para actuar a pesar del miedo – como la parte nerviosa – para ir a un estado de calma.
Además, la psicóloga recordó que “los momentos de dificultad son una oportunidad para crecer” y que todas las personas tenemos capacidad para sobreponernos a periodos de dolor emocional y situaciones adversas. Es lo que se conoce como la resiliencia “que no tiene nada que ver con las situaciones que vivimos sino con la percepción y la interpretación que hacemos de ellas”. Y señaló que esta fortaleza interior es el mejor antídoto ante la incertidumbre: “la certeza de que tienes la capacidad para transitar periodos de crisis con entereza”.
Para entrenar y reforzar la resiliencia en el contexto actual de pandemia, Jésica Joaquín ofreció algunas técnicas y pautas, como “contarse otra historia” y cuestionar los pensamientos negativos, parar de pensar sobre la pandemia y ponerse límites al tiempo para informarse, buscar rutinas que nos ayuden a tener el control y dar orden y seguridad a nuestra vida, expresar y liberar las emociones, y salir del “modo espera” para vivir el momento de la mejor manera posible.
Asimismo, aconsejó confiar en las propias fortalezas y habilidades tomando esta situación como una oportunidad de descubrimiento personal, no perder la esperanza, ser optimistas y mantener una perspectiva a largo plazo, autocuidarnos y rodearnos de personas con las que regularnos emocionalmente.