La Unión de Asociaciones Familiares (UNAF) celebró el 18 de octubre el webinar ‘Familias de personas con trastorno del espectro del autismo. Porque ellas son importantes’, para el que contó como ponente con Helena Gandía, Directora Técnica de la Federación Española de Autismo (FESPAU), entidad miembro de UNAF, y cuyo objetivo fue reflexionar, compartir y vivenciar algunos aspectos relacionados con el impacto del autismo en el bienestar familiar.
La directora de FESPAU explicó que las familias de las personas con TEA tienen mayor prevalencia de depresión clínica (31%), ansiedad clínica (33%) y estrés (significativamente mayor), que además se mantienen a lo largo de la vida. «Fatiga, agitación, nerviosismo, irritabilidad, hipervigilancia, dificultades para concentrarse… son una constante en estas familias».
Y a continuación abordó qué factores son relevantes para que aparezca este malestar, cuáles son sus repercusiones y qué estrategias poner en marcha para mejorarlo. Así, los factores relacionados con el desarrollo de estrés, depresión y ansiedad por parte de los padres y madres de personas con TEA son las características de padres y/o madres, las características del hijo o la hija, el distress o angustia materna/paterna y los apoyos.
En general, los padres y madres de personas con TEA comprenden peor lo que les pasa a sus hijos o hijas, tienen menos estrategias y la sensación de que tiene menos sentido afrontar ciertas cosas. «Esto tiene un impacto en su bienestar emocional. Un impacto que depende de la aceptación (es decir, la capacidad para sostener sensaciones desagradables), el mindfulness (o capacidad de actuar con conciencia) y la autocompasión (ser benevolente con una/o misma/o)».
Para apoyar a las familias a reducir este impacto recomendó aquellos programas con familias que respetan y guían el proceso de cambio, ya que obtienen especiales beneficios en los hijos e hijas a corto y largo plazo. «Programas basados en mindfulness solo con madres y padres consiguen disminuir el estrés percibido y los problemas de conducta en los hijos e hijas con TEA tras la intervención y tres años después más que el apoyo conductual positivo», aseguró Helena Gandía.
Asimismo, afirmó que «los programas que mejor funcionan en el bienestar de las familias de personas con TEA son aquellos que trabajan las emociones. Porque cuando estoy preparado emocionalmente estoy preparado para poner en marcha estrategias». Por ello recordó la importancia de «poner a la familia en el centro y ayudar a guiar su proceso de cambio teniendo en cuenta las variables emocionales».
Por último, concluyó que que tener en cuenta el bienestar de las familias de personas con TEA «es importante como fin en sí mismo y porque tiene impacto en el bienestar de los hijos e hijas».