La Unión de Asociaciones Familiares (UNAF) participó el 12 de marzo en la Jornada Familias Monoparentales, organizada por el Instituto de las Mujeres, para hablar sobre las características, necesidades y desafíos de las familias reconstituidas dentro de la mesa sobre diversidad familiar.
Gregorio Gullón, responsable del Servicio de Orientación a Familias Reconstituidas de UNAF, destacó cómo las familias reconstituidas suponen un profundo cambio tanto en la estructura como en el mapa de funcionamiento respecto a la familia nuclear, y por tanto, debe ser tratado como un modelo familiar diferente con sus necesidades específicas.
De ahí que, tras la realización de dos estudios en colaboración con la Universidad Complutense de Madrid, UNAF creara un servicio pionero para la atención especializada a estas familias así como talleres de sensibilización, dirigidos tanto a familias como a profesionales, con el fin de divulgar este modelo familiar creciente y ofrecer algunas claves para afrontar los retos que plantea.
Así, Gregorio Gullón explicó que una de las principales fuentes de conflicto de las familias reconstituidas son los roles de género, es decir, las diferentes expectativas sobre las nuevas parejas dependiendo de su sexo. “De la mujer se espera que sea la proveedora afectiva y la responsable de las tareas domésticas, mientras que del hombre se espera que sea el proveedor económico y quien establece las normas, lo cual es un error, ya que son los progenitores quienes deben hacerse cargo de sus hijos e hijas en todos los sentidos: afectivo, normativo, económico, educativo…”.
En este sentido, señaló que las nuevas parejas deben ser figuras complementarias de los progenitores y que nunca deben intentar sustituirlos, ya que surgirían las llamadas “lealtades invisibles” de las hijas e hijos.
Otra fuente de conflicto frecuente en las familias reconstituidas es el deseo de rehacer una familia nuclear, debido a que hemos crecido con este modelo idealizado como referente. Sin embargo, advierte Gullón, este deseo lleva implícito el fracaso, ya que genera unas expectativas que no se pueden cumplir por tratarse de un modelo diferente. “Un modelo que nace de la pérdida, ya sea de una muerte y un divorcio, y que, por tanto, requiere elaborar un duelo. Además, en el caso del divorcio, es una pérdida ambigua, en la que las relaciones antiguas no desaparecen y forman parte para siempre de la historia vital de la persona”.
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