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La importancia de la relación parental después de la ruptura

La relación entre los progenitores que han atravesado por una situación de ruptura en su relación de pareja es compleja y requiere, por lo general, de un periodo de adaptación -más o menos largo- que permita tanto al padre como a la madre alinearse de nuevo en función de un único objetivo común: el ejercicio conjunto de sus responsabilidades parentales.

Hijos e hijas son la única razón importante que hace necesaria la continuación de la relación parental después de una separación, convirtiéndose en el único objetivo de la misma el mantenimiento de un clima familiar que garantice la futura crianza de los niños y niñas.

La relación entre los progenitores después de la ruptura subsiste de forma saludable cuando, tanto el padre como la madre, son capaces de dejar a un lado el antiguo papel desempeñado en su relación de pareja, así como las emociones asociadas a éste. Solo aquellos que consiguen alcanzar esta nueva perspectiva de su relación logran establecer una vía de comunicación parental libre de todos aquellos conflictos que con más frecuencia perjudican a los hijos e hijas.

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Alguna de las características que deben estar presentes en esta nueva relación son equiparables a las establecidas en el contexto de una relación empresarial y es esta mirada, desprovista de cierta emocionalidad, la que debe estar presente en las primeras etapas de la relación parental una vez producida la ruptura.

a)       Dedicación a una meta común

Las personas inmersas en este tipo de relación empresarial están dedicadas en exclusiva a la consecución de un objetivo común. Así, mientras que en una empresa el fin último es el cumplimiento de un contrato o de una obligación, el propósito común de los progenitores que han afrontado un divorcio es el de construir un clima familiar que posibilite una crianza saludable del hijo o hija, tanto en el aspecto físico como en el emocional, facilitando con ello el desarrollo social e intelectual del menor desde su infancia hasta la edad adulta.

b)      Compromiso con una relación parental que implique una ganancia conjunta

La crianza exitosa de los hijos e hijas requiere del establecimiento de una relación parental de largo recorrido, ya que su educación conlleva una labor de acompañamiento y apoyo continuado a lo largo de todo su proceso evolutivo.

La consecución paulatina de los objetivos establecidos de forma conjunta con respecto a los hijos e hijas beneficia tanto al padre como a la madre, posibilitando a la larga que ambos salgan ganando. Este compromiso entre los progenitores separados o divorciados conlleva un esfuerzo importante de cada uno de ellos por tratar de tener también en cuenta las necesidades del otro a la hora de tomar decisiones, no pretendiendo obtener ventajas a corto plazo que causen un deterioro de la relación parental a largo plazo.

c)      Establecimiento de una negociación en cuanto a las discrepancias

Como en cualquier otro tipo de relación, el trascurso del tiempo hará que aparezcan nuevas circunstancias que sin duda generaran conflictos que pondrán a prueba la fortaleza de la relación. Es importante que la forma en que sean gestionadas estas diferencias no dificulten la comunicación entre los progenitores y que ambos puedan expresar libremente sus legítimos deseos, estableciendo una negociación que les permita encontrar una solución a los nuevos problemas planteados, la cual contemple en parte las necesidades de todos, asegurando de esta forma que los hijos e hijas nunca pierdan.

d)      Relación limitada a temas concretos

En la comunicación posterior a la ruptura solo determinados temas son objeto de intercambio. En concreto, aquellos que tienen que ver con el objetivo común que vincula al padre y a la madre. Cualquier otra cuestión a tratar está fuera de lugar y no debe ser objeto de debate en este nuevo marco de la relación. Por ello, las áreas habituales de conversación se circunscriben exclusivamente a los aspectos específicos relacionados con la crianza de los hijos e hijas y nunca a otros temas que corresponden a la esfera personal de cada progenitor, tales como: decisiones financieras, salidas o nuevas relaciones que mantienen, etc.

e)      Intercambio basado en una actitud cordial y respetuosa con respecto a la otra persona

Es importante fomentar aquellos elementos de cortesía que disminuyan la tensión y propicien un clima que favorezca el diálogo, permitiendo así posicionar al otro en el lugar que le corresponde como padre-madre del hijo/a común.

Los progenitores que ejercen una coparentalidad responsable comparten todas aquellas cuestiones que afectan a los y las menores, estableciendo una reunión cada vez que un tema importante debe ser debatido, en vez de improvisarla por sorpresa. También comparten, en vez de reservarse exclusivamente para ellos, la información que concierne a los niños o niñas, como por ejemplo: notas escolares, diagnósticos o tratamientos médicos, citas con el profesorado o tutores, etc. Y todo ello, mediante un diálogo parental basado en la solicitud y no en la exigencia, procurando utilizar en todo momento un tono de voz agradable y respetuoso. 

f)      Comunicación de hechos, no de sentimientos

La relación establecida entre los progenitores, una vez producida la ruptura, conlleva la construcción de una nueva forma de vinculación, distinta a la ejercida parentalmente antes del divorcio. El desarrollo de la parentalidad, en momentos de alta intensidad emocional como los que se producen en la etapa posterior al divorcio, requiere de una comunicación basada principalmente en hechos y no en sentimientos. Las emociones en este tipo de circunstancias tienden a interferir en el proceso de búsqueda de soluciones, dificultando en gran medida la posibilidad de una comunicación eficaz.

La nueva relación parental por establecer debe limitar el involucramiento emocional entre los progenitores creando una estructura que posibilite una vía de comunicación parental libre de conflictos que permita abordar todas aquellas cuestiones que afecten al bienestar de los hijos o hijas en común.

Carlos Abril Pérez del Campo, mediador familiar de UNAF

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Carlos Abril

Cuento con más de 30 años de experiencia en la gestión y resolución de situaciones de crisis personal y de conflicto familiar. Ejerzo desde el año 1990 como psicólogo clínico y mediador familiar.  He intervenido como perito en procedimientos judiciales figurando durante años en el listado de peritos judiciales de los colegios profesionales de la Comunidad de Madrid. He llevado a cabo mediaciones tanto intra como extrajudiciales, estando inscrito en el Registro de Mediadores del Ministerio de Justicia.  También me dedico a la formación de mediadores familiares impartiendo y coordinando los cursos que organiza la Unión de Asociaciones Familiares (UNAF) y participando igualmente en diferentes masters, jornadas, mesas redondas, etc.

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