La mediación familiar constituye un recurso útil para resolver los conflictos dentro de las familias sin intervención judicial. Sin embargo, pocas personas hacen uso de él por desconocimiento. Por ello, la Unión de Asociaciones Familiares (UNAF), pionera en mediación familiar en nuestro país, y la Asociación Consuelo Berges, pionera en Cantabria, celebraron ayer en Santander una jornada de sensibilización para dar a conocer este recurso, su funcionamiento y sus ventajas.
«La mediación disminuye la conflictividad en las familias, permite salvaguardar el bienestar de las hijas y los hijos, proteger sus intereses y respetar sus derechos; y también empodera a los miembros de la pareja, permitiendo que cada persona se libere de la culpa y asuma un rol activo», explicó ayer la presidenta de UNAF, Ascensión Iglesias.
Otra de las ventajas es la reducción de costes económicos y de los tiempos de resolución de los conflictos: resolver una ruptura a través de la mediación suele ser un proceso más corto (de media entre 6 y 9 semanas), y menos costoso, tanto económica como emocionalmente.
Por extensión, la mediación familiar tiene impactos beneficiosos en el conjunto de la sociedad porque contribuye a la prevención de los conflictos, a una disminución de la conflictividad desde el seno mismo de las familias, que es la principal institución social, y a la promoción de una cultura democrática y de diálogo.
Así se desprende del estudio ‘Logros y enseñanzas de los 25 años del Programa de Mediación Familiar de UNAF‘, presentado por Marta Castillo, de Red2Red Consultores. Un informe que recoge cómo UNAF apostó por la mediación familiar formando a los primeros profesionales en España para ofrecer un servicio pionero con el apoyo del entonces Ministerio de Trabajo y Servicios Sociales, tal como señaló su impulsora, Ana Mª Pérez del Campo. Un informe donde además se plantean algunos desafíos, como la mejora de la formación para una mayor profesionalización, la adaptación a los cambios mediante la especialización, y una mayor visibilidad social. «Es necesario un mayor impulso a la mediación sobre todo a nivel institucional, con campañas de publicidad para poner este recurso al servicio de la ciudadanía».
Por su parte, la Asociación Consuelo Berges compartió su experiencia de 15 años en mediación familiar, con un servicio «creado a partir de las necesidades que planteaban las mujeres en situación de crisis de pareja y que querían separarse o divorciarse», según explicó su presidenta, Mª Ángeles Ruiz-Tagle. «Vimos que era un recurso que permitía restablecer la comunicación, cambiar la confrontación por una actitud colaborativa y que ayudaba a alcanzar acuerdos en relación a intereses comunes en la pareja. Excepto en casos de violencia, adicciones o enfermedad mental de alguna de las partes, en que está prohibida, la mediación familiar es sin duda la mejor opción», señaló Raquel Fernández, mediadora en ruptura de pareja de la asociación.
Gema Palazuelos, otra de las mediadoras familiares de la Asociación Consuelo Berges, compartió las ventajas respecto a un proceso judicial contencioso: «La insatisfacción por la sentencia hace que el conflicto se agrave, que haya mayores incumplimientos y provoca un deterioro de las relaciones entre progenitores e hijas o hijos. Y es que al fin y al cabo la sentencia es una imposición, a diferencia de la mediación, donde los acuerdos proceden de las partes».
La mediación se presenta así como un recurso beneficioso para las familias, pero no solo en casos de ruptura de pareja sino también en otros ámbitos, tal como mostró Belén Pedraja, mediadora de los servicios de mediación intergeneracional y en familias reconstituidas de la Asociación Consuelo Berges. «Llegar a acuerdos respecto al cuidado de las personas mayores trabajando los conflictos que genera en la familia, o favorecer las relaciones de hijas e hijos adolescentes con sus progenitores para mejorar la convivencia son también ámbitos de la mediación familiar».