Cuidar a una persona dependiente en la familia – ya sea mayor, con una discapacidad física, mental o con una enfermedad crónica o terminal – requiere de conocimientos y de una gran dedicación de tiempo y esfuerzo. Si la persona cuidadora es joven (15 a 30 años), la tarea del cuidado se convierte en un importante obstáculo para su desarrollo personal, su transición a la edad adulta y su incorporación al mundo laboral. Si además es migrante, la situación se complica aún más.
Este fue el punto de partida de la conferencia internacional ‘Apoyando a jóvenes cuidadoras y cuidadores hacia la empleabilidad’, a la que UNAF tuvo la oportunidad de asistir el pasado 10 de febrero en la ciudad italiana de Carpi. Organizada por la asociación Anziani e non solo, la conferencia sirvió para dar a conocer el proyecto ‘Care2Work’, cofinanciado por la Unión Europea y en el que participan entidades y organizaciones de Italia, Suecia, Grecia y Reino Unido.
Generalmente la obligación moral de cuidar a las familias, otras veces las dificultades financieras y otras la falta de acceso al sistema de bienestar (en el caso de ser migrantes) hace que estas jóvenes – mayoritariamente son mujeres – asuman esta responsabilidad, invirtiéndose los roles dentro de la familia.
Stefania Buoni, joven cuidadora de una madre con trastorno bipolar, afirmaba: «Si la enfermedad es física existe un reconocimiento social pero si es psíquica, no. Creo que si hablas de tu experiencia como cuidadora nadie lo entiende y se crea un estigma contra el que es difícil luchar. Pero además hay una gran falta de información y muchas veces no sabes cómo actuar ante la enfermedad. Al menos, si supieras a qué te enfrentas podrías protegerte».
El testimonio de Stefania describe bien los problemas más comunes que afrontan estas y estos jóvenes. Por un lado, la falta de formación y conocimientos sobre cómo cuidar, de acceso a información relevante y apoyo psicológico. Y por otro, problemas de aislamiento social, menos posibilidades de desarrollo personal y profesional, falta de apoyo educativo y frustración por no poder mejorar su nivel de vida y salir del círculo de pobreza.
Sin embargo, la historia de Stefania es también un buen ejemplo de resiliencia. Y es que, tal como desvela la investigación del proyecto Care2Work a partir de entrevistas a jóvenes cuidadoras y cuidadores, estos identifican algunos impactos positivos en forma de desarrollo de capacidades a través del cuidado, como comunicación, empatía, capacidad de gestionar conflictos, trabajo en equipo, gestión del estrés, motivación, autoestima…
En todo caso, esta labor de cuidado necesita ser apoyada a diferentes niveles: psicológico, financiero, educativo, de comunicación, mediante grupos de apoyo entre pares, actividades de sensibilización tanto a jóvenes como a la comunidad, de asesoramiento y con actividades recreativas y de respiro.
Para todo ello se hace necesario continuar impulsando un mayor reconocimiento social de las jóvenes cuidadoras y cuidadores, profundizar en el estudio de esta problemática aún desconocida y promover un mayor apoyo a las personas dependientes y cuidadoras a través de políticas públicas adecuadas.