Una crisis, según la RAE, es “un cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o situación o en la manera en que estos son apreciados “, por lo tanto, las crisis familiares son situaciones en las que la familia vive un suceso o circunstancia que cambia su vida cotidiana y/o la forma de ver el mundo. Estas crisis pueden ser vitales, es decir, situaciones que forman parte del desarrollo evolutivo de las personas y familias (nacimiento del/ de la primer/a hijo/a, adolescencia, jubilación o muerte de los progenitores…) o sobrevenidas, aquellas que surgen de hechos bruscos, inesperados o adversos, como el accidente de un miembro de la familia, el diagnóstico de una enfermedad grave o un cambio de trabajo estable o de colegio. Las crisis invitan a cambios y estos son una oportunidad para mejorar el desarrollo individual, familiar y social.
La superación de la crisis va a depender de las habilidades personales y familiares, así como del tipo de crisis. Es importante que cuando una persona o familia la experimente, cuente con una red de apoyos sociales y familiares que les permita solicitar ayuda, sentirse acompañados/as y desarrollar las capacidades necesarias para sobreponerse.
Las crisis son inevitables en la vida de cualquier familia, el punto principal es asumir que pueden ocurrir, sobreponerse y aprender de ellas. En resumen, ser resilientes.
Ayuda para afrontar las crisis
En la vida, como hemos comentado, pueden ocurrir sucesos que irrumpan en nuestra cotidianeidad y cambien la forma de percibir el mundo. Cuando estos sucesos se perciben negativos, como una amenaza a nuestra integridad física, psíquica o social, puede ocurrir que no se disponga de las capacidades necesarias para afrontarlas en un primer momento o se vean mermadas porque la situación nos supera.
Sin embargo, siempre que se dan este tipo de situaciones, nos podemos encontrar con personas que ayudan, sobre todo en los primeros momentos, a que se pueda afrontar la crisis de forma que la persona pueda recuperarse lo antes posible. Estos “primeros auxilios” pueden ser a nivel físico (poniendo en práctica por ejemplo la conducta PAS -Proteger, Avisar, Socorrer) o a nivel psicológico, que es el punto que desarrollaremos en este blog.
¿Qué son los primeros auxilios psicológicos (PAP)?
Son acciones pautadas y organizadas por objetivos donde la persona que interviene aplica una serie de habilidades, técnicas y tácticas para crear una relación de ayuda. Este tipo de acciones las puede realizar cualquier persona y, de hecho, muchas veces se hacen inconscientemente. Pero el punto clave de los PAP es conocer ciertas nociones para que la recuperación de la persona a la que estamos ayudando sea lo más pronta posible.
Los primeros auxilios psicológicos no tienen por qué aplicarse siempre en situaciones extremas en la vida de una familia sino en circunstancias más comunes y menos disfuncionales como puede ser desde ayudar a los hijos e hijas en su primer día de cole a afrontar una enfermedad de un familiar o el primer desamor de una hijo o hija adolescente, etc.
¿Cuáles son sus fases?
En términos generales, a la hora de poner en práctica los PAP con una persona que se encuentra en una situación de crisis o muy estresante, se realizan 3 fases:
FASE 1: LA PREPARACIÓN
En esta fase hay que observar cómo se encuentra la persona, escucharla, estudiar la situación y reunir toda la información que se necesite para entender qué ha ocurrido y saber qué vamos a necesitar (contexto, edad, sexo…). Es el momento de conectar con la persona para que se sienta apoyada, acompañada y reconfortada.
FASE 2: LA ACCIÓN
Esta es la fase donde realmente iniciamos las acciones para ayudar a la persona. Debemos tener en cuenta todo lo explorado en la fase anterior e implicaciones como:
- Qué necesita en ese momento de forma inmediata. Dependiendo de lo que haya ocurrido, puede ser desde un vaso de agua a información concreta. Es un punto muy importante y es la misma persona la que va exponiendo sus necesidades, solo hay que saber conectar y escucharlas.
- Ayudar a la persona a que exprese cómo se siente, qué piensa y cómo está viviendo la situación de crisis. El objetivo es que inicie la aceptación de lo sucedido para que, posteriormente, sea más fácil que supere el reto que está viviendo.
- Normalizar cualquier reacción que tenga (miedo, ansiedad, incertidumbre, tristeza, llanto, gritos…) y actuar en consecuencia para ayudarla y protegerla.
FASE 3: FINALIZACIÓN
Es el cierre del proceso. Ayudamos a que la persona pueda volver a actuar de una forma funcional, nos aseguramos de que sabe cómo actuar en nuestra ausencia y de que tenga una red de apoyo (podemos ser nosotras/os mismos/as). También es muy importante recordar que dentro de los PAP se incluye el cuidarse a una/o misma/o (hablar con otras personas si se necesita, contrastar lo ocurrido, airearse, descansar…).
Puntos importantes para que los primeros auxilios psicológicos sean un éxito
Cuando se realizan los primeros auxilios psicológicos hay que tener en cuenta una serie de puntos importantes a poner en práctica conscientemente para que la intervención sea lo más exitosa posible, ya que el objetivo es que la persona que sufre la crisis se pueda sobreponer a la circunstancia y volver a ser funcional cuanto antes. Los puntos son:
- Ayudar y cuidar sin importunar.
- Evaluar las necesidades y preocupaciones.
- Ofrecer consuelo y tranquilizar.
- Puede hacerse por cualquier persona, no es una respuesta que dan solo profesionales.
- Ayudar a las personas a obtener información, servicios y apoyo social.
- Respetar sus tiempos y sus necesidades.
- No es una intervención psiquiátrica o clínica.
- No esperar que la persona hable de lo ocurrido con detalle.
- No presionar para que se reponga en el momento.
- No minimizar sus respuestas emocionales por la incomodidad que nos puede suponer.
- No invalidar o no dar importancia a sus emociones y pensamientos.
En el caso de que se realicen estos primeros auxilios psicológicos con niños, niñas o adolescentes las cuestiones a tener en cuenta son:
- Valorar las capacidades de los niños, niñas y adolescentes.
- Con comprensión, apoyo y acompañamiento pueden hacer una buena integración y superación de la crisis si son acompañados/as por sus personas de referencia; si se sienten seguros/as y protegidos/as; si tienen satisfechas sus necesidades básicas y si se adapta la ayuda inicial (PAP) a su capacidad de entendimiento, edad, contexto social, etc.
- Hay que prestar atención adicional si la angustia, miedo, amenaza, etc. son mantenidas en el tiempo y/o se agudizan; si tienen cambios de personalidad drásticos, regresiones, cambios de comportamiento, etc.; si no pueden volver a su rutina diaria o si se hacen daño a sí mismos/as y/o a terceras personas.
En resumen, las crisis familiares son eventos inevitables que exigen a la familia que se adapte a nuevos acontecimientos y situaciones. Si se actúa de forma positiva pueden ser una fuente de aprendizaje y cohesión; sin embargo, cuando la familia carece de las habilidades necesarias o no son capaces de ponerlas en práctica precisará ayuda para evitar que las consecuencias influyan negativamente en cada uno de sus miembros y den lugar a rupturas y malas relaciones.
Para poder afrontarlas, sobre todo desde sus inicios, hay herramientas como los Primeros Auxilios Psicológicos, que ayudan a que los miembros de la familia puedan sacar a la luz sus habilidades resilientes y logren la superación de la crisis y el aprendizaje de competencias que podrán desplegar en otros momentos vitales estresantes de su ciclo vital.
Beatriz García, trabajadora social y técnica del Programa ‘Somos diversas, somos familia’ de UNAF