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Ser adolescente en una familia reconstituida

Diferentes autores hablan de que la primera adolescencia es la etapa en la que se encuentran más dificultades a la hora de reconstituir. No es un dato que sorprenda demasiado, teniendo en cuenta que la etapa de la adolescencia suele ser de difícil manejo en cualquier modelo familiar.

La adolescencia se caracteriza principalmente por una búsqueda de la propia identidad y una progresiva diferenciación de la familia de origen. En muchas ocasiones, necesitan desafiar las normas establecidas en la misma y probar si su familia es una base segura desde la que poder explorar fuera de casa, con el grupo de iguales, etc. Esto suele generar conflictos intergeneracionales en cualquier modelo de familia con hijos e hijas adolescentes.

En la reconstitución familiar, la búsqueda de la propia identidad y diferenciación del adolescente, supone un nuevo desafío para estas familias que no tienen un modelo de referencia en el manejo de esta situación y que tienen, además, la vivencia de que tratar de resolver esta situación como si fuera una familia nuclear, no supone los resultados que ellos y ellas habían previsto.

El cambio de la adolescencia se cruza en estas familias con otros cambios muy rápidos e importantes para todos los miembros. Las expectativas que se ponen en esta nueva familia, pueden generar muchos conflictos en un adolescente que está tratando de desligarse ya de la familia para poder volar del nido.

Por un lado, la etapa de la adolescencia coincide con la de formación de la pareja, algo que no ocurre en el ciclo vital familiar de la familia tradicional, y que ya explicamos en un post de nuestro blog recientemente.

Esto puede favorecer la diferenciación del adolescente cuando tiene una relación muy cercana a uno de sus padres biológicos a raíz de la separación de los progenitores. Es probable que antes de que pueda usarlo como resorte que favorezca su proceso de crecimiento, surjan conflictos con esta persona que viene a romper la díada que se había establecido con el progenitor o progenitora.

Además, la realidad del adolescente de estar lidiando con el desarrollo de su propia sexualidad, puede provocar que les genere rechazo o vergüenza la nueva relación de pareja de su progenitor, sobre todo si cursa con muestras de afecto explícitas.

Por otro lado, los y las adolescentes se encuentran en la encrucijada de querer responder a la necesidad de sus progenitores de establecerse como nueva familia y hacerles partícipes a ellos en este proceso de construcción de la nueva identidad familiar (junto con su necesidad de sentir pertenencia y base segura en la familia) y la necesidad de ir separándose y creando una identidad propia más allá de la familia. Esta situación comprometida sucede en los adolescentes de todos los modelos familiares, pero en las familias reconstituidas coincide con el momento de formación de la identidad como nueva familia, lo cual hace más complejo el proceso del adolescente.

Por último, puede ocurrir que las nuevas parejas de los padres y madres, lleguen a la familia tratando de asumir un rol parental. Sucede en muchas ocasiones, sobre todo cuando hay dificultades en la relación del adolescente con su progenitor, que la nueva pareja llegue queriendo adoptar una función normativa en la nueva familia. Esto suele provocar el rechazo del adolescente a esta nueva figura bajo la típica respuesta de “Tú no eres mi padre y no tengo por qué hacerte caso”.

Desde el Servicio de Atención a Familias Reconstituidas de UNAF, sugerimos que, si decides reconstituir con hijos e hijas adolescentes, es importante prevenir ciertas situaciones, teniendo en cuenta el momento evolutivo en el que se encuentra tu hijo e hija, de cara a favorecer el mejor funcionamiento posible de la familia.

Inés Alonso Apausa. Psicóloga del Servicio de Atención a Familias Reconstituidas de UNAF

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Equipo multidisciplinar de profesionales expertas y expertos en diferentes áreas de conocimiento de UNAF.

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