Los pasados días 31 de mayo y 1 de junio se celebraron en Madrid las VI Jornadas sobre Parentalidad Positiva, coincidiendo con el Día Mundial de las Madres y los Padres, declarado el 1 de junio por la Asamblea General de la ONU en su resolución A/RES/66/292 del 17 de septiembre de 2012. Unas Jornadas organizadas por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (MSSSI) y la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), en las que participó, Gregorio Gullón, responsable del Servicio de Atención a Familias Reconstituidas de UNAF que trató sobre las familias reconstituidas y los retos que estas familias tienen que afrontar.
El objetivo principal de las Jornadas era analizar el ejercicio de las responsabilidades parentales en el contexto al que las familias, en su diversidad, se enfrentan en la actualidad y sus necesidades de apoyo económico, social, cultural, y político, así como profundizar en los recursos más idóneos para ello.
La parentalidad positiva es un concepto que se ha ido difundiendo ampliamente a partir de la Recomendación (2006) 19 del Consejo de Europa sobre políticas de apoyo a la parentalidad positiva, y que puede definirse como el aprendizaje de la cooperación entre los progenitores para proporcionar a sus hijos e hijas unos vínculos afectivos cálidos, cuidado, educación, un entorno estructurado, orientación, estimulación y apoyo, reconocimiento, capacitación, y una educación sin violencia.
La Recomendación citada señala el rol fundamental que desempeñan los padres y madres y, también, destaca la conveniencia de escuchar y analizar sus necesidades y demandas y de apoyar a las familias para que puedan desarrollar adecuada y positivamente su rol parental.
La parentalidad positiva está indisolublemente unida a la mediación familiar
Por un lado, uno de los objetivos fundamentales de la mediación familiar es afianzar el ejercicio conjunto de las responsabilidades parentales tras la ruptura de los progenitores, de forma que el divorcio no suponga para las hijas e hijos la pérdida o disminución del contacto con estas figuras, es decir, la mediación familiar fomenta la parentalidad positiva.
Al mismo tiempo, la mediación familiar presta mucha atención a esa situación de ruptura al ser uno de los momentos más difíciles que puede atravesar la vida de una pareja y de una familia, en el que coexisten aspectos legales y económicos y, también, aspectos emocionales y afectivos que deben gestionarse adecuadamente para que los hijos e hijas queden al margen de los conflictos de sus progenitores, éstos mejoren su comunicación, y alcancen acuerdos satisfactorios y duraderos para todos los miembros de la familia.
Por tanto, si como dice la Recomendación (2006) 19, todos los padres y las madres requieren apoyos para desarrollar adecuadamente sus responsabilidades parentales, esos apoyos son aún más necesarios en el contexto de la ruptura o del divorcio.
Esos apoyos se prestan, sin duda, a través de los servicios de mediación familiar formados por profesionales especializados que no imponen soluciones sino que trabajan estrechamente con los progenitores para que sean alcanzadas por ellos mismos y garanticen las necesidades de sus hijos e hijas.
Por esa razón, deben promoverse y fortalecerse las políticas de atención a las familias, y difundir los servicios de mediación familiar que promueven, en el contexto del cese de la convivencia, el ejercicio de la parentalidad positiva. Como se ha dicho por algún autor, “corresponsabilidad familiar, parentalidad positiva y mediación familiar son los tres pilares básicos de las políticas públicas en materia de familia”.
Begoña González, Mediadora Familiar de UNAF