Antes de embarcarnos en una nueva relación de pareja, más aún si tenemos hijos e hijas menores a nuestro cargo, es importante replantearnos cómo nos sentimos con la ruptura de la relación anterior y si estamos preparados para comprometernos de nuevo. ¿Estamos tratando de sustituir a la persona que hemos perdido? ¿Hemos elegido una pareja en función de si se parece o no a nuestra anterior pareja? ¿Nos sentimos solos/as por no tener pareja y nos ponemos a buscar enseguida para tapar ese vacío? Si a alguna de estas preguntas la respuesta es sí, es posible que no hayamos elaborado el duelo de nuestra anterior relación.
Existen diferentes formas de terminar una relación de pareja, pero hay algo que ocurre en todas las rupturas y es que cada persona tiene que adaptarse a la nueva situación.
Esta tarea no siempre es sencilla y en muchas ocasiones conlleva mucho sufrimiento para uno o ambos miembros de la pareja. Este proceso de adaptación implica la elaboración de lo que se suele denominar “duelo por ruptura de pareja” o “duelo amoroso”. El duelo en psicología aparece con la pérdida de algo o alguien que ha sido significativo/a para nosotros/as. Emerge cuando muere alguien que queremos, cuando atravesamos etapas del ciclo vital, cuando rompemos con nuestra pareja e incluso cuando dejamos un trabajo, entre otras cosas. El duelo por la pérdida de la pareja es uno de los duelos más comunes, pero también de los que generan más sufrimiento. Es importante darle un espacio y entender que este proceso sucede en la mayoría de los casos.
¿Cómo afecta este duelo a las familias reconstituidas?
Hasta aquí todo es igual para la ruptura de cualquier relación de pareja, pero cuando has tenido hijos o hijas en tu anterior relación, se añaden más factores de complejidad. Por un lado, lo ideal es que sigas manteniendo una buena relación parental, con el objetivo de favorecer el desarrollo de los hijos/as que tengas en común. Esto, en ocasiones, dificulta la elaboración del duelo de la anterior pareja de forma natural y complica la evolución de la nueva relación de pareja y, por consiguiente, de la nueva familia reconstituida que se está queriendo formar.
Por otro lado, hay veces en las que no se va a seguir manteniendo relación con esta persona por diferentes razones (la persona ha fallecido, no se va a hacer cargo de la paternidad/maternidad, existen medidas judiciales, etc.). Aunque esto sea así, no haber resuelto el duelo también puede afectar a los hijos o hijas de muchas formas. Por ejemplo, influyendo en la relación de pareja actual o transmitiendo una imagen negativa a los hijos e hijas del otro progenitor.
Las investigaciones de los últimos años apuntan que a la hora de formar una familia reconstituida, hay que tener especial cuidado con la relación de pareja. Para ello, es importante revisar cómo nos sentimos con respecto a nuestra anterior relación. Esto puede ser clave de cara a favorecer una nueva relación de pareja y una familia reconstituida saludable y funcional.
Inés Alonso Apausa. Psicóloga del Servicio de Atención Familias Reconstituidas de UNAF.