La mediación familiar es un recurso muy eficaz y beneficioso para aquellos padres y madres que quieran minimizar las consecuencias negativas que la ruptura puede tener en los y las menores.
Por eso, la Unión de Asociaciones Familiares (UNAF), organización pionera e impulsora de este tipo de mediación en España, quiere divulgar y dar a conocer algunas de las claves que impulsan la efectividad en este tipo de intervenciones en el ámbito de la gestión de los conflictos derivados de la ruptura de la relación de pareja.
“Queremos que la mediación familiar se convierta en un recurso al que todas familias acudan para tratar de resolver los conflictos de forma alternativa a la vía judicial. En UNAF practicamos y promulgamos la mediación y la cultura del acuerdo que de ella se desprende porque consideramos este tipo de intervención como un avance social necesario”, afirma Ascensión Iglesias, presidenta de UNAF.
Según los últimos datos del Consejo General Poder Judicial, en el año 2015 las demandas de disolución matrimonial descendieron un 2,4% con respecto a las tramitadas en el año 2014. En España se interpusieron 123.330 demandas entre divorcios y separaciones, de las cuales 73.389 fueron de mutuo acuerdo y 49.941 contenciosas.
Las modificaciones de medidas de guarda y custodia y alimentos también han ralentizado su crecimiento, aunque se han incrementado en un 7,6% los procedimientos de modificación de medidas consensuadas y en un 3,2% los no consensuados. En cuanto a la guardia, custodia y alimentos de hijos/as no matrimoniales, durante el año 2015 se interpusieron 17.929 demandas consensuadas y 28.092 no consensuadas, en concreto, se incrementaron en un 8,7% y un 11,6% con respecto al año 2014.
Los principios básicos de los que parte este tipo de intervención
La mediación familiar está basada en los principios de voluntariedad y confidencialidad con respecto a la intervención, así como imparcialidad y neutralidad con respecto al ejercicio profesional de la mediación.
Bajo estos principios, en caso de que la mediación no finalice en acuerdo, la persona que ejerce el papel de mediador o mediadora no podrá revelar ningún contenido que pueda perjudicar a alguna de las partes en el procedimiento contencioso.
Los intereses compartidos de quienes participan en una mediación
Las personas que acuden a una mediación para gestionar su separación lo hacen para dilucidar como desarrollarán en un futuro sus relaciones como progenitores.
A pesar de la dificultad de la situación, es ese interés compartido por minimizar las consecuencias negativas que la ruptura puede tener en hijos e hijas el que impulsa por lo general a estos a someterse a una mediación. Este es sin duda uno de los elementos clave que determina la efectividad de este tipo de intervención.
El papel del mediador o mediadora
El mediador o mediadora es el profesional encargado de guiar el proceso de comunicación que se establece entre la pareja a lo largo de la mediación, teniendo poder en cuanto a la dirección de la intervención en sí pero ninguna capacidad de decisión sobre la forma de resolución del conflicto.
Se trata de un tercero neutral e imparcial que interactúa con los miembros de la familia en conflicto y establece una negociación entre ellos. La finalidad es que consigan transformar la actitud de confrontación inicial por una de colaboración en la búsqueda de soluciones para llegar a acuerdos por sí mismos.
La estructura del proceso de intervención
El proceso se desarrolla en dos fases:
– Una primera denominada «premediación«, en la que se configura la relación entre las partes con el mediador o mediadora y se definen con detalle los compromisos que se adquieren a la hora de iniciar la mediación. El primer paso es una entrevista informativa y, posteriormente, se realizan entrevistas pre-mediación para proporcionar al mediador o mediadora toda la información sobre la posibilidad de ruptura, los pasos que han dado y cómo ha afectado a su entorno familiar, social o laboral.
– Una segunda de «negociación«, donde se realizan entrevistas que tratan la posible reorganización familiar, atendiendo tanto a las responsabilidades parentales como a las económicas o patrimoniales.
Si al finalizar la negociación se llega a un acuerdo, el mediador o mediadora redactará un «acta final de la mediación«, documento en el que se reflejarán todos los compromisos adquiridos por las partes, que tendrá validez legal y que servirá para tramitar la separación o divorcio.
Si te ha parecido interesante, comparte esta posibilidad con aquellas personas que estén en este proceso y que quieran resolverlo de manera menos dolorosa y más ventajosa para todas las partes.