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El “desvirgamiento” de la novia en la noche de bodas: una violación marital que hay que denunciar

Por Soumaya NAAMANE GUESSOUS, en «Nosotras las mujeres, vosotros los hombres», Editorial MARSAM, 2016

Chica, tu cuerpo no te pertenece, ¡pertenece a tu esposo!

Desde su nacimiento, las niñas sufren una educación represiva con el fin de que se mantengan “intactas” hasta la noche de bodas. La cultura y las prácticas que resultan de esta “educación” les imponen unas normas para contener el cuerpo y apagar su impulso sexual. A las niñas su cuerpo se le presenta como un peligro latente para ella misma y para toda su familia.

Era posible exigir a las niñas que se mantuvieran vírgenes cuando se casaban a los 7 u 8 años o justo después de la pubertad. Pero hoy la edad media de las mujeres en su primer matrimonio es de 29 años. ¡Es difícil exigir abstinencia sexual! Los cambios sociales han dado mucha libertad a las chicas y las han sacado del recinto de las casas. Aunque la educación sigue centrada en la virginidad, cuando las chicas dejan el hogar, escapan al control de las familias. Las jóvenes sueñan con el amor y muchas se atreven a ir más allá de las prohibiciones sexuales. Pero vivir la propia sexualidad no es fácil en una sociedad donde la mayoría de los hombres valoran la virginidad en el matrimonio.

La agresión y la violación de la dignidad comienzan cuando las novias son llevadas a los médicos para obtener un certificado de virginidad, acompañadas de una mujer de su familia y, a veces, una mujer de la familia política. A veces estas mujeres le piden al médico que les muestre el himen. ¡Muchos doctores están de acuerdo en que estas mujeres que la acompañan metan su cabeza entre los muslos de la novia!

¡Su saroual manchada con sangre, expondrá!

Dkhoule o rwahe es el ritual de la “desfloración” o “desvirgamiento”. Dkhoule, penetración, es el acto en sí.  Rwahe, significa la partida de la novia al hogar matrimonial.

El honor de la familia concierne a todos sus componentes, por eso es necesario exponer la prueba. La sábana o saroual manchada de sangre recorre el vecindario, acompañada de canciones y youyous. Esta práctica todavía existe en las zonas rurales y parece que tiende a desaparecer en la ciudad.

Cada vez más hombres y mujeres jóvenes se niegan a someterse a ella. «Este asunto solo nos compete a mi esposa y a mí. ¡No soy exhibicionista!” Dice Ali, de 35 años. Pero a menudo, la familia termina saliéndose con la suya: «Me negué, pero mi madre, furiosa, temía que la gente pensara que ya no era virgen «. A pesar de las negativas de algunos y algunas jóvenes, la práctica se mantiene en la mayoría de las familias, realizándose de una manera más discreta: «Mi saroual estuvo expuesto en el salón, delante de las mujeres de mi familia política” afirma Naoual, 27 años, profesora. También se muestra  en el dormitorio: «Mi madre le dijo a mi suegra: Ven a ver el honor de tu hijo”, dice Malika, 35 años, peluquera.

Cuando la familia tiene una actitud abierta y libre hacia esta tradición y no la considera necesaria, la pareja no es obligada a cumplir con el ritual.

Ay de ti si no te dejas penetrar… ¡en nombre del honor!

La noche de bodas, que se supone que se desarrollará con amor y ternura y dará comienzo a una voluptuosa luna de miel, es todo lo contrario ¡una violación conyugal!

El esposo debe actuar rápidamente para demostrar su hombría. Tradicionalmente, la novia es introducida en una habitación, desvestida, se la ordena que sea dócil y es amenazada con golpearla si no lo es. Las mujeres de la familia pueden abusar de las novias antes del ritual de “desvirgado”. Las abren de piernas y les atan cada pierna con un brazo.

Los consejos que reciben los maridos son: inmovilizar a la novia en el suelo, ponerle las manos detrás de la espalda, cerrarla la boca … y empujar con fuerza, con un golpe seco, para “explotar” el himen y que salga mucha sangre. Porque un himen rasgado con delicadeza y a través de varias penetraciones realizadas con suavidad no sangra o sangra muy poco.

La “desfloración” se realiza con violencia, por maridos excitados por el acto y por las canciones de la audiencia que espera detrás de la puerta. Si la novia se resiste, podría ser golpeada por el esposo o por las mujeres de su familia.

Estas prácticas todavía existen, especialmente en el campo. En la ciudad, van disminuyendo

Leïla, 22, Meknes: «Estuve saliendo sin practicar sexo con un hombre de 31 años durante 18 meses. Mi madre me hizo hacer un certificado de virginidad. La noche de la boda, en el dormitorio, la madre y la tía de mi esposo me trataron brutalmente y me ataron una pierna al pie de un armario y la otra al pie de la cama. Me dijeron que querían una verdadera virgen para su hijo, una chica del campo. Pero como él había elegido otro tipo de mujer, debía mostrar rápido el saroual manchado de sangre para que su familia no dudara de mi virginidad. Mi esposo se arrojó sobre mí como una bestia. Logré evitar que me violara. Me golpeó, me escupió y me llamó prostituta. Se hizo un corte en el dedo para poder manchar el saroual y mostrarlo. Al día siguiente, me llevó al médico, quien le confirmó mi virginidad y le reprochó su violencia. Entonces se volvió más amable. Pero como estaba traumatizada, hicimos el amor sin penetración. Después de 15 días, su madre se enteró y me golpeó, reprochándome por no ser virgen. Entonces hui a casa de mis padres».

La psicosis de no sangrar es inmensa, incluso cuando las mujeres nunca hayan tenido relaciones sexuales anteriormente, debido a las represalias. Muchas mujeres sufren humillación y abuso físico cuando el marido no logra una erección o eyaculación. Las mujeres invaden la habitación, las amenazan, las golpean. Cuando el novio es joven e inexperto, su madre o su tía pueden ayudarlo durante el ritual de “desvirgamiento”.

A veces, el médico atiende a la novia que no ha sangrado, acompañada de su familia para un control de virginidad.  La suegra pide ver el himen. Se le pide al médico que haga una incisión en el himen y que manche un paño con la sangre. Algunas novias tienen rastros de palizas o abuso. Algunas veces el esposo no logra hacerle sangrar y se confía el proceso de “desvirgado” al doctor. Un médico de Casablanca atendió a una familia con una novia de 15 años que no había sangrado lo suficiente. ¡La familia le pidió al doctor que le hiciera una incisión para que hubiera más sangre en el saroual!

A pesar de que la primera relación sexual con penetración vaginal comienza a ser de una manera suave y dulce en las parejas jóvenes y con cierto nivel educativo, en la gran mayoría de los casos continúa realizándose con violencia.

En la violencia y el dolor sangrarás… ¡y lo recordarás!

La novia es “desvirgada” sin preliminares. Su vagina no secreta líquido que lubrique y facilite la penetración.

La violencia se expresa también a través del lenguaje: tkabha, htak-ha (hizo un agujero en ella), farga’ha  (la explotó). Una violencia que puede afectar incluso al marido: en El Brouj, un novio de 20 años se suicidó, después de “desvirgar” brutalmente a su esposa. Quizá el novio no pudo soportar la visión de la hemorragia de sangre en la novia o el temor a las terribles consecuencias de su acción.

En todo el reino de Marruecos, los hospitales y centros de salud reciben a las recién casadas “reventadas” (ver estudio «La violación matrimonial» Soumaya Naamán Guessous y Shakib Guessous, patrocinado por el Observatorio Marroquí de Violencia contra la Mujer, 2010). Las víctimas son en su mayoría jóvenes, de entre 14 y 22 años.

Llegan a urgencias con sus vestidos de novia, maquillaje, manos y pies decorados con henna, desangrándose. A veces, en las zonas rurales, se cura a la novia con plantas. Si el sangrado continúa, la llevan al centro de salud en un estado lamentable. En ocasiones, las recién casadas llegan a los hospitales con infecciones.

Los desgarros varían según la violencia de la “desfloración”. Los del perineo suelen ser comunes y deben suturarse. Los puntos de sutura se sitúan en tres planos, según la gravedad: cutáneo para lesiones no profundas, que requieren dos o tres puntos y una semana a dos de abstinencia sexual; muscular, para una rasgadura media, que requiere de 4 a 6 puntos y de 2 a 3 semanas de abstinencia; mucosa, para una lesión grave y profunda, que requiere una operación quirúrgica intensa con una convalecencia de uno o dos meses.

A veces, la pared que separa la vagina del recto se rompe, puede haber destrucción del esfínter del ano. Si no se trata adecuadamente a la novia, además del trauma y el sufrimiento, padecerá incontinencia anal: los esfínteres ya no se controlan y salen las heces. ¡Adivinamos el estado de la novia que grita de dolor y se encuentra cubierta con su excremento! La convalecencia es larga, dolorosa, de uno a tres meses. El doctor recomienda una dieta líquida. Si hay estreñimiento, existe riesgo de desgarro. Ir al baño se convierte en una tortura hasta que la piel se haya curado. Las infecciones son frecuentes, especialmente en poblaciones alejadas de los centros de salud. Una novia con puntos de sutura puede ser de nuevo penetrada por su esposo. ¡De vuelta a la cirugía!

Esposa violada, ¡tu violador no será penalizado!

Ninguno de estos casos ha sido nunca objeto de una queja o acción legal. Los profesionales de la salud consultados afirman que nunca han dado parte a las autoridades sobre la violencia, ya que se trata de una unión conyugal.

El artículo 446 del Código Penal inhibe de la obligación del secreto médico a los profesionales de la salud en los casos en que hayan sido informados de violencia física o negligencia o de actos delictivos cometidos por uno de los cónyuges sobre el otro. Pero este artículo no es vinculante: ¡los profesionales de la salud no están obligados a cumplirlo! Incluso cuando los médicos son demandados por estos delitos, son libres de dar su testimonio o no. Los médicos deberían implicarse en la denuncia de estas violaciones.

El ritual del “desvirgamiento” o “desfloración” es una violación no penalizada. El artículo 486 del Código Penal define la violación como «el acto por el cual un hombre tiene relaciones sexuales con una mujer contra la voluntad de la mujer». Se penaliza con 5 a 10 años de prisión y con el doble de la pena si la víctima es menor de 18 años. Pero el artículo no habla sobre los casos en el que la violada es la esposa. Entre marido y mujer no puede haber violación, ya que la sexualidad se considera un deber conyugal de la esposa hacia el marido. Pero esto no debe ser así, la esposa es también una mujer, por lo que su marido debe ser penalizado, ya que se trata de una violación marital, que se comete con la complicidad de la sociedad que la sublima y de la justicia que no la sanciona.

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UNAF

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